enero 10, 2006

Fundamentalismo

Hace poco un comentarista me llamó fundamentalista por cometer el atrevimiento de decir que la teoría de Marx es incorrecta y que no hizo ninguna contribución notable a la teoría económica. Hasta cierto punto entiendo la reacción. Lo que pasa es que a la gran mayoría en México nos han enseñado que Marx hizo un gran análisis del capitalismo. Un análisis del que lo poco que la gente recuerda es que los burgueses explotan al proletariado y se quedan injustamente con una parte del producto de su trabajo (la plusvalía). De hecho, mi primer recuerdo de instrucción en el marxismo data de la secundaria donde en la clase de historia nos enseñaban el futuro. Sí, nos hacían repetir varias veces, hasta que lo memorizábamos, que después del capitalismo vendría el socialismo y después la tierra prometida del comunismo. Y es que el historicismo marxista es una de las principales herramientas de indoctrinación porque es una narrativa efectiva muy similar al discurso religioso.

Muchos autores han visto esta correlación entre marxismo y religión (por ejemplo ver Karl Marx: Communist as Religious Eschatologist (pdf) de Murray Rothbard) y hoy, revisando los blogs leí un par de citas que me recordaron esta relación. El primero lo encontré en el blog de Juan Freire quien cita el ensayo de Michael Shermer a la pregunta anual del World Question Center. La pregunta de este año es “¿Cuál es tu idea peligrosa?” y es planteada de la siguiente manera:
La historia de la ciencia está repleta de descubrimientos que fueron considerados social, moral, o emocionalmente peligrosos en su época; las revoluciones provocadas por Copérnico y Darwin son los más obvios. ¿Cuál es tu idea peligrosa? Una idea en la que pienses (no necesariamente una que tú hayas ideado) que es peligrosa no porque se asume que es falsa, sino porque podría ser verdad.
La idea de Shermer es “Donde los bienes cruzan las fronteras, los ejércitos no lo harán”. En su ensayo, Shermer defiende la idea de la “socidad libre” y añade:
A la gente le cuesta trabajo aceptar la economía de libre comercio por la misma razón que les cuesta trabajo aceptar la evolución: ambas ideas van contra la intuición. La vida parece estar diseñada de manera inteligente, por lo que nuestra inclinación natural es inferir que debe existir un diseñador inteligente – un Dios. De manera similar, la economía parece estar diseñada, por lo que nuestra inclinación natural es inferir que necesitamos un diseñador – un gobierno. …
La analogía me parece genial. El problema con la economía libre es que a la gente le da miedo el hecho de que aparentemente nadie está en control. No le es fácil entender que el mercado libre, compuesto por todos nosotros, nos llevaría a tener más riqueza y una mejor distribución de la riqueza. Una distribución donde quien más tiene es porque mejor ha servido a la sociedad y no porque ha extorsionado, robado y/o recibido favores del gobierno. Pero la primera intuición es que necesitamos que alguien controle la economía, más aún cuando usamos expresiones como “capitalismo salvaje” que parecen indicar que se necesita un domador. Y en el extremo, el control del gobierno sobre la economía debe ser total. De la misma manera a muchos les cuesta trabajo creer la idea de que el hombre evolucionó hasta su estado físico actual sin algún tipo de guía. Hoy la teoría de la evolución es ampliamente aceptada. ¿Llegará el día en que la idea de libre comercio tenga el mismo grado de aceptación? (Y por libre comercio quiero decir realmente libre, no como el TLC con 1700 páginas de restricciones).

El otro blog en el que leí una cita que me recordó la relación religión-marxismo fue 1812. En este caso el contexto es diferente. Aquí lo que vemos es el uso directo de la religión para incitar al conflicto de la mayoría contra una minoría que es percibida como culpable de sus males. La cita:
El mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, se adueñaron de las riquezas del mundo.
Este ataque contra los judíos pudo haber salido de la boca Hitler. Pero esta vez no viene de Hitler, sino del mismísmo Hugo Chávez.


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