enero 26, 2006

El conservadurismo de Calderón

Hace algunos días, en entrevista con Joaquín López Dóriga, Felipe Calderón dejó ver abiertamente su lado conservador en varios aspectos. Fueron seis temas de moralidad sobre los que Calderón fue cuestionado que a continuación resumo junto con mi posición al respecto.

Primero, Calderón se manifestó en contra del aborto. El tema del aborto es un dilema ético que no tiene una respuesta fácil, o al menos no he encontrado una. ¿En qué momento se considera que el producto de la fertilización es una persona? Y una vez que consideramos que es una persona ¿tiene el derecho esa persona de vivir a costa de otra (su madre)? ¿Es ético que una persona (la madre) mate a otra (el niño) que depende de ella sin por lo menos intentar darle una oportunidad razonable de vivir (por ejemplo dar a luz y después entregarlo en adopción)? Estas son cuestiones que no tengo resueltas y, por lo tanto, no tengo una posición clara al respecto. Personalmente me inclino por la vida pero, dado que mi posición no se basa en fundamentos éticos, reconozco que esa es una posición moral personal y que, por lo tanto, no debe ser impuesta sobre los demás. En un área gris como esta mi posición por default es en contra de la intervención del gobierno en las decisiones personales. Por lo tanto, creo que las mujeres deben tener la posibilidad de abortar si así lo deciden.

Calderón también se manifestó en contra de la muerte asistida. Aquí el dilema ético no existe. El cuerpo de una persona es su propiedad, y como tal debe poder hacer lo que desee con él mientras no afecte la propiedad de otros. La decisión de quitarse la vida, mientras sea tomada en libertad, es una con la que el gobierno no debe interferir. Sólo debo hacer una anotación aquí. Los doctores no deben ser obligados a asistir a una persona en su muerte. Si una persona elige morir y el doctor se rehúsa a asistirle, no debe haber acción legal alguna en contra del doctor.

Consistente con su posición a favor de la vida, Calderón también se manifestó en contra de la pena de muerte. En esto estoy de acuerdo con él. La función de la sentencia a los criminales debe ser el retribuir, aunque sea en parte, a las víctimas de sus crímenes. La muerte del criminal no es retribución. Es simplemente venganza.

Pasando a otra cosa, repitió la posición conservadora respecto a los matrimonios entre homosexuales a la que ya nos acostumbramos en EEUU. En palabras de Calderón:
“para mí el matrimonio, por definición, es la unión de un hombre y de una mujer para formar una familia.”
Hasta el momento este debate en México no ha ganado mucho terreno y no hay ningún político que esté tomando este tema como bandera. El dizque representante de la izquierda, AMLO, le huyó cuando pudo hacer algo al respecto en el D. F. Pero la posición de quienes defienden las uniones homosexuales en México es, además, más moderada que la de los grupos más radicales en EEUU. A diferencia de EEUU, en México reconocemos la distinción entre matrimonio civil y matrimonio religioso. Lo único que se necesita es reconocer que el matrimonio civil es, en realidad, un contrato entre dos personas y que, por lo tanto, su género no debe importar.

Después, Calderón dijo que él está en contra de incluir a la píldora del día siguiente en el cuadro básico de medicinas. Esto nos regresa a la cuestión del aborto. ¿Es o no abortiva la píldora del día siguiente? Todo depende de cuándo definimos que comienza la vida de la persona. Como dije arriba, creo que ante la duda lo mejor es optar por la no-intervención del gobierno. En este caso, sin embargo, eso significa no subsidiar la distribución de la píldora.

El último tema que quiero tocar aquí es el de la legalización de las drogas. Dice Calderón:
“Mira, tengo hijos pequeños Joaquín, y yo no me voy a rendir ni voy a claudicar ante el narcotráfico. Y no, por rendirme, voy a permitir que mis hijos legalmente (entre comillas) se droguen. Voy a luchar con todo, y no estoy de acuerdo con la legalización de las drogas.”
Su declaración pide la pregunta: ¿y sí les permitirá drogarse ilegalmente? Me imagino que la respuesta sería un rotundo NO. ¿Entonces qué tiene que ver la legalización de las drogas con sus hijos? Nada. El argumento de “es por los niños” es clásico de quienes quieren imponer su moral. Con la excusa de “es por los niños” los políticos intentan justificar todo tipo de afrentas a la libertad individual, a la libertad de los padres de educar a sus hijos cómo ellos decidan y de las personas de meterse en su cuerpo lo que quieran. La manera más fácil de tratar de argumentar en contra de la legalización de las drogas es la manera en la que lo hace Calderón: pretendiendo que la legalización implica de manera automática que los niños (peor aún, sus propios hijos) se van a drogar. El argumento se cae solito. Los cigarros son legales, pero eso no implica que mis hijos fumarán. El alcohol es legal, pero eso no implica que mis hijos tomarán. La conclusión pues, no sigue de la premisa.

Pero la peor parte de esa lucha contra las drogas es la que no menciona Calderón: el alto costo material y humano de esa “guerra”. Enrique Canales lo dice mejor que yo:

Obviamente un político en plena campaña no puede declararse a favor de legalizar las drogas, porque sería crucificado por todos los que piensan que las leyes son como los mandamientos de una religión. En el tema de la droga, lo prohibido es lo que hace económicamente atractivo el margen de utilidad y promueve más su distribución. Si el alcohol estuviera prohibido, todas las bebidas subirían de precio y lógicamente habría organizaciones de licor ametrallándose entre las colonias.

Aunque la droga efectivamente hace mucho daño personal y ocasionalmente un drogado hace tropelías alrededor de su comunidad, el mayor daño que ocasiona la droga sucede del lado de la producción, distribución y tráfico, simplemente porque está prohibida. El conteo de los 600 y pico de muertos que en este año hemos padecido en los pleitos de la droga, no se deben a la droga en sí, sino a su prohibición.

No tenemos capacidad para prohibir todo lo que nos hace daño. Ningún Estado tiene el poder de ordenar e imponer el “deber ser”. En este combate hemos sido soñadores, queremos luchar sabiendo que no podemos ganar. Hemos perdido la guerra desde el inicio y no la perdió Fox, ni Bush, ni Chirac —que allá también se matan y se las truenan— sino la guerra la perdió la estupidez del idealismo quijotesco que provoca el propio enemigo que dice combatir.

Dediquemos los esfuerzos para disuadir a los novicios y tratar a los drogadictos como enfermos. Que en nuestras leyes civiles ya nadie prohíba algo malo para convertirlo en un enorme negocio muy atractivo para enviciar y matar.


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