febrero 25, 2005

PRD: ¿Partido de principios u otro PRI?


Entre el caudillismo que ahora se vive en el PRD, es bueno oír una voz que le recuerda a sus militantes cuáles han sido los principios del partido y por qué el PRD que vemos en estos momentos se parece cada vez más al PRI contra el cual luchó el PRD cuando nació. El Senador Demetrio Sodi escribe en El Universal:

Desde su fundación, el PRD ha sido un partido de principios e ideales, y se ha opuesto siempre al pragmatismo y oportunismo políticos. Su lucha, en estos primeros 15 años de vida, se ha centrado en impulsar la democracia, la legalidad, la transparencia y la recuperación de los derechos políticos de los mexicanos.

El PRD se ha opuesto siempre al presidencialismo, al verticalismo y centralismo del poder, al culto a la personalidad, a la facultad metaconstitucional del presidente y los gobernadores de nombrar a sus sucesores; ha estado en contra del partido de Estado y de la intervención del gobierno y los gobernantes en la vida interna de los partidos; ha luchado contra los abusos de los funcionarios, la violación de la ley, la corrupción y el uso indebido de recursos y programas públicos, contra el clientelismo, las partidas secretas y la falta de transparencia en la información pública.

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Hoy vemos con tristeza cómo el PRD se ha alejado de esos principios y compromisos que lo vieron nacer, cómo los dirigentes del partido son nombrados desde las oficinas de gobierno, cómo existen candidatos oficiales a los puestos directivos y de elección popular, cómo los gobernadores quieren imponer a su sucesor, cómo se designa a los candidatos al margen de la militancia, cómo se usan recursos públicos para fines partidistas, cómo se presiona a los funcionarios para aportar parte de su salario en campañas políticas, cómo se ponen trabas a la transparencia informativa, cómo se realizan obras públicas sin concurso, cómo se usa al Congreso para impedir auditorías, y cómo se designan candidatos del partido sin importar su moralidad y antecedentes antidemocráticos.

El pragmatismo y oportunismo electoral en que ha caído el partido ha convertido en candidatos del PRD a enemigos de la transformación política del país. Con tal de ganar votos, aun cuando se pierdan elecciones y se margine a los militantes, se han impuesto candidatos que no tienen ningún compromiso con la ideología del PRD. No importan los oscuros antecedentes de algunos candidatos si dan votos para ganar en 2006. No importa que hayan sido piezas clave en el salinismo si son útiles para el proyecto político personal. No importa que sólo unas semanas atrás hayan sido los principales detractores del PRD y defensores del salinismo. Hay que conseguir candidatos que aumenten la votación, vengan de donde vengan, sin importar que se hagan a un lado la militancia y los principios.

Lo que hemos vivido los perredistas en los últimos meses, pero en especial en las últimas semanas, es escandaloso y contrario a la historia, principios y compromisos del partido. Contrario a nuestra lucha por la verdad y la transparencia.

No podemos quedarnos callados ante el uso que se está dando de toda la fuerza política desde el gobierno para imponer a los dirigentes del partido a nivel nacional y del Distrito Federal. No podemos permitir que desde el gobierno del DF se destape al candidato oficial a la jefatura de Gobierno de la capital. Ambos hechos deberían darnos vergüenza y son una reedición del dedazo y autoritarismo de los tiempos del presidencialismo priísta que tanto combatimos.

El PRD siempre se opuso al uso de recursos y programas del gobierno para campañas políticas y personales, hoy no podemos quedarnos callados y permitirlo. No podemos aceptar que los gobiernos del PRD dejen impune la corrupción y se opongan a la transparencia de la información; que se presione a los funcionarios públicos para que den parte de su sueldo y participen en marchas y mítines; que se usen recursos de la Asamblea Legislativa del DF para apoyar marchas y mítines; que los diputados locales del PRD bloqueen a la Contaduría Mayor de Hacienda para que haga auditorías y cumpla con su trabajo. No podemos permitir que el PRD del DF siga dirigido por el mismo grupo que cometió actos escandalosos de corrupción.

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Estoy, como todos los perredistas y la mayoría de la población, en contra del desafuero al jefe de Gobierno, pero no estoy de acuerdo con las marchas y movilizaciones que puedan afectar la estabilidad y la unidad del país. Estoy en contra del desafuero, pero también estoy en contra de que se usen recursos públicos, se presione a los funcionarios y se les pida dinero.

No coincido, y nunca coincidiré, con que "el fin justifica los medios" y con el dicho que "en el amor y la política todo se vale". Si se ignoran los principios cuando se es oposición, seguro se olvidarán cuando se esté en el gobierno y se tenga poder. La fuerza del PRD no ha estado en un hombre o una mujer, en un líder, o inclusive en su fuerza electoral; su fuerza ha estado, y debe seguir estando, en los principios y en los compromisos con la democracia, el respeto a la ley, la verdad, la transparencia y la búsqueda de la justicia y la igualdad social.

Ninguna candidatura o puesto público son más importantes que el partido y los principios. Si queremos ganar en las elecciones presidenciales de 2006 y transformar a México, tenemos que mantener nuestros principios. No se vale, por lo tanto, que en nombre de los principios se violen los mismos. Por eso, la pregunta, que muchos perredistas, y muchos simpatizantes del PRD nos hacemos en estos momentos es: ¿dónde quedaron los principios?


Todo aquel que apoya a AMLO y está en contra del desafuero debería leer esta columna. El asunto ya está muy enredado y la mayoría de los ciudadanos no sabemos exactamente de dónde surgió todo este embrollo. Pienso escribir al respecto más adelante. Pero independientemente de si el desafuero debe o no suceder, el PRD debería recordar lo que tanto le criticó al PRI. Al parecer ya se les olvidó.

ACTUALIZACIÓN: No había leído la columna de Germán Dehesa del lunes. Pero básicamente nos dice también que a él ya le contaron una vez el cuento de que hay que tener fe en AMLO y que no se lo vuelve a creer. Léanlo.

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