febrero 08, 2005

Otra opinión más a favor de la reelección

En una opinión en el periódico Reforma, Juan Pardinas nos da ejemplos recientes de como los diputados han abusado de su poder sin tener que rendirnos cuentas:
En diciembre pasado, la Cámara de Diputados anunció que ahorró 31 millones de pesos de sus gastos del 2004. En lugar de devolver el dinero sobrante a la Tesorería de la Federación, los legisladores prefirieron distribuirse los fondos excedentes para copetear su aguinaldo. La división del botín fue democrática: 60 mil pesos por cada diputado. La bancada del PAN protestó por el abuso y rechazó aceptar el dinero, pero sus colegas de otros partidos se embolsaron el sobresueldo.
No satisfechos con los sobrantes del 2004, los legisladores decidieron engordar aún más el presupuesto de la Cámara para el 2005. Según el Presupuesto de Egresos, los diputados le otorgaron al Senado un aumento de 6 por ciento, al Poder Judicial 8 por ciento y a sí mismos 23 por ciento. Aún hay más: una generosa rebanada de este incremento se utilizó para elevar los sueldos de los tribunos de San Lázaro. Al ser los encargados de discutir y aprobar el presupuesto, los diputados tienen el singular privilegio de decidir el monto de sus propios aumentos salariales. Durante el 2004, los salarios mínimos se elevaron entre 3.5 y 4 por ciento, la inflación alcanzó el 5.1 por ciento y los diputados se adjudicaron un incremento del 11 por ciento. Los senadores, que no tienen facultad legal de votar el presupuesto, no recibieron aumento en sus dietas para 2005.
La última novedad de San Lázaro surgió esta semana. Un empleado de la Cámara recibió más de un millón de pesos para cubrir gastos hospitalarios, sin presentar ningún tipo de comprobante médico. Según se puede deducir de la nota de Reforma, la Cámara de Diputados no tenía contratados los servicios de una compañía de seguros para la cobertura médica de sus empleados. Hasta este año, la Cámara contrató los servicios de una aseguradora profesional. Una empresa de seguros reduce la posibilidad de corrupción, ya que tiene expertos para diferenciar las verdaderas urgencias hospitalarias de los casos de fraude. ¿La omisión de contratar a una aseguradora fue simple negligencia o una puerta para el saqueo?
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Leemos en primera plana sobre abusos y despilfarros, pero después no pasa nada. Un diputado que decide embolsarse 60 mil pesos del erario público, debería despedirse de su carrera política. En democracias más civilizadas, un funcionario que se adjudica un aumento de sueldo dos veces superior a la inflación tendría que renunciar a su cargo con el apellido salpicado de vergüenza. Nuestra tolerancia como sociedad ante estas faltas parece infinita. Nos hemos resignado a la mediocridad ética como el común denominador de nuestros representantes populares. Los diputados han cometido una obscenidad tras otra. Sus actos no violan la ley, pero sí transgreden las reglas no escritas de la ética.

Ya estuvo bueno ¿no? En su escrito, Pardinas resalta el proyecto del Centro de Investigación para el Desarrollo A.C. para facilitar el encontrar quién es tu diputado y cómo ha votado. El link es éste y lo voy a poner en la barra para que lo puedan accesar cuando lo necesiten. Informénse de quién es su diputado, entérense de qué hace y exíjanle que no permita estos abusos.

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