Tras la muy buena discusión con Hari respecto a las “prácticas monopólicas” de Coca-Cola quedaron dos puntos en los que prometí elaborar. En este post abordo el primero que es la posición de Hari de que desde un punto de vista pragmático el gobierno debe obligar a Coca-Cola a competir ya que la competencia nos beneficia. Desde mi punto de vista la función del gobierno se debe reducir a proteger nuestra libertad. Esto es, impedir que gente utilice medios violentos para obligarnos a hacer transacciones no deseadas (en otras palabras, robarnos). Para regresar por un momento al caso tiendita vs. Coca-Cola, Coca-Cola no utilizó la violencia para obligar a la dueña de la tienda a vender exclusivamente Coca-Cola y, por lo tanto, no veo por qué debe ser multada y además obligada a venderle a la tiendita. La diferencia entre nuestros puntos de vista no es entre pragmatismo e idealismo; después de todo Hari menciona que el gobierno debe tratar de llegar a un estado de “sana competencia” (o lo que otros llaman “competencia perfecta”), pero este estado es en si un ideal. No, la diferencia es en filosofías; yo abogo una filosofía donde la libertad individual está por encima de todo, mientras Hari aboga una filosofía utilitarianista donde el bienestar de la sociedad está por encima de la libertad individual. Así, para Hari es justificado violar la libertad de Coca-Cola de venderle a quien la empresa quiera por el bien que la sociedad obtendrá si se le obliga a venderle a la tiendita.
Pero hay que reconocer que el utilitarianismo nos puede llevar a extremos peligrosos. Si el “bienestar de la sociedad” está siempre por encima de todo es posible justificar el asesinar a todos los rateros, por ejemplo. Y es aún más peligroso cuando la sociedad es convencida de que por el bien de la sociedad hay que asesinar a todos los pobres, o a todos los judíos, o a todos los capitalistas, o… etc., etc. El peligro del utilitarianismo pues es precisamente que alguien debe interpretar qué es lo que representa el “bien de la sociedad” que, dado que no todos pensamos igual, significará la imposición de la mayoría sobre los menos. Para Hari el “bien común” consiste en acciones que nos acerquen al ideal de “sana competencia”. En este ideal los monopolios no existen y en todos los ramos hay varias empresas produciendo el mismo producto compitiendo sin ventajas comparativas. La publicidad, por ejemplo, sería regulada o de plano prohibida para que todos estén en “igualdad de condiciones”. Dada la competencia, los precios serán cercanos a los costos de producción, pero dado que ninguna empresa puede crecer mucho más que las demás, ninguna podrá utilizar al máximo la producción a gran escala que rebajaría los costos. Por consecuencia los costos de producción serán relativamente altos y los precios también. Las ganancias de las empresas estarían tan restringidas que la innovación sería mínima (so pena de convertirse en un monopolio y ser, por lo tanto, penalizada). Mientras que para Hari este es el “ideal” hacia el que el gobierno nos debe llevar, para mí ese ideal es indeseable. Para mí es mejor dejar que cada uno de nosotros determine lo que considera deseable y actúe en consecuencia. Si Hari cree que las prácticas de Coca-Cola son malas, puede boicotear a Coca-Cola. Si suficiente gente los boicotea, les aseguro que Coca-Cola cambiará sus prácticas. De nuevo, vean el ejemplo de Sony BMG, ningún gobierno tuvo que forzar a Sony a remover su spyware, fueron los consumidores.
Dejo para otro post la explicación de por qué en un sistema de libre comercio la tendencia no sería a crear monopolios.
Pero hay que reconocer que el utilitarianismo nos puede llevar a extremos peligrosos. Si el “bienestar de la sociedad” está siempre por encima de todo es posible justificar el asesinar a todos los rateros, por ejemplo. Y es aún más peligroso cuando la sociedad es convencida de que por el bien de la sociedad hay que asesinar a todos los pobres, o a todos los judíos, o a todos los capitalistas, o… etc., etc. El peligro del utilitarianismo pues es precisamente que alguien debe interpretar qué es lo que representa el “bien de la sociedad” que, dado que no todos pensamos igual, significará la imposición de la mayoría sobre los menos. Para Hari el “bien común” consiste en acciones que nos acerquen al ideal de “sana competencia”. En este ideal los monopolios no existen y en todos los ramos hay varias empresas produciendo el mismo producto compitiendo sin ventajas comparativas. La publicidad, por ejemplo, sería regulada o de plano prohibida para que todos estén en “igualdad de condiciones”. Dada la competencia, los precios serán cercanos a los costos de producción, pero dado que ninguna empresa puede crecer mucho más que las demás, ninguna podrá utilizar al máximo la producción a gran escala que rebajaría los costos. Por consecuencia los costos de producción serán relativamente altos y los precios también. Las ganancias de las empresas estarían tan restringidas que la innovación sería mínima (so pena de convertirse en un monopolio y ser, por lo tanto, penalizada). Mientras que para Hari este es el “ideal” hacia el que el gobierno nos debe llevar, para mí ese ideal es indeseable. Para mí es mejor dejar que cada uno de nosotros determine lo que considera deseable y actúe en consecuencia. Si Hari cree que las prácticas de Coca-Cola son malas, puede boicotear a Coca-Cola. Si suficiente gente los boicotea, les aseguro que Coca-Cola cambiará sus prácticas. De nuevo, vean el ejemplo de Sony BMG, ningún gobierno tuvo que forzar a Sony a remover su spyware, fueron los consumidores.
Dejo para otro post la explicación de por qué en un sistema de libre comercio la tendencia no sería a crear monopolios.
Tags: monopolio utilitarianismo libertad
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