abril 20, 2005

Reformas políticas

Últimamente se ha hablado más acerca de la necesidad de implementar reformas de Estado en lugar de concentrarse en reformas económicas. No hace mucho estaba oyendo una plática del economista Francis Fukuyama quien precisamente ponía énfasis en que el paradigma en cuanto a recomendaciones para los países en vías de desarrollo ha cambiado. Hoy en día el énfasis es en crear instituciones sólidas que permitan implementar los cambios económicos. En México, antes no veíamos ese problema debido a que vivíamos bajo un sistema presidencialista. Pero a partir del 97 y durante todo este sexenio hemos visto las consecuencias de no tener Instituciones fuertes.

Pero ¿qué reformas necesitamos? Hay quienes creen fuertemente que un sistema parlamentario es superior y que eso necesitamos. Yo no estoy en posición para evaluar los méritos de un sistema parlamentario respecto al sistema presidencial que tenemos, pero un cambio de ese tipo requeriría un esfuerzo muy grande para reescribir nuestra Constitución. A menos que se desate una crisis política fuerte en México (y no creo que la actual sea lo suficientemente fuerte, por lo menos no todavía) no vamos a ver un cambio tan radical.

Otra propuesta menos radical, que es manejada por Jorge Castañeda, es el pasar a un sistema que él llama semiparlamentario. En tal sistema se introduciría la figura de Primer Ministro (lo cual permitiría formar mayorías en el Congreso), pero también se mantiene la figura presidencial como la cabeza del Ejecutivo. No es muy claro cómo funcionaría esto. ¿Cuáles serían las funciones del PM? De cualquier forma se antoja también difícil de lograr.

Finalmente, me topo con un artículo de Roberto Salinas León en el cual habla de la opinión de “uno de los grandes politóligos de nuestra era”, Giovanni Sartori, respecto a la situación política actual en México:

Giovanni Sartori, uno de los grandes politólogos de nuestra época, verdadero poeta de la ciencia política, ha dedicado buena parte de sus profundos estudios sobre ingeniería constitucional al caso mexicano. Su diagnóstico más reciente sobre el tema es contundente y transparente: "México es un caso excepcional en América. Así como ha sido un caso único en el pasado sistema autoritario presidencialista, así también debe convertirse en una forma funcional única del presidencialismo democrático". Pero para cumplir con este objetivo, nos dice Sartori, se requieren ciertos cambios fundamentales en las reglas del juego, tanto a nivel político, como, posiblemente, a nivel constitucional.


Sartori hace tres recomendaciones con las cuales coincido totalmente:

Primero, Sartori recomienda un nuevo sistema electoral que reemplace al sistema mixto que se tiene en la actualidad. En el pasado, "éste cumplió con sus funciones". Era parte de la pirámide política fundamental. Es, sobre todo, esencial contemplar la segunda vuelta electoral en caso de que un partido no obtenga mayoría. De otra forma, los futuros mandatarios están destinados ha gobernar sin gobernabilidad.


Ya antes he hablado de que es hora de deshacernos de los representantes plurinominales. Tal vez antes había una buena razón para tenerlos, pero ya no. Hoy en día mi voto debe ser sólo para el candidato cuyo nombre está en la boleta y al cual le puedo pedir cuentas.

Segundo, dice Sartori, "es absolutamente necesario dejar atrás la imposibilidad de reelección para los miembros del Congreso". México es el único caso contemporáneo en las democracias modernas que no permite la reelección de los miembros del congreso. Es, como dice Sartori, "imposible tener un congreso autónomo e independiente sin la figura de la reelección". De otra forma, los incentivos de los legisladores están centrados más en como asegurar su futuro político, y no en responder a las necesidades de los votantes. Esto es particularmente obvio con el caso de las designaciones plurinominales. Sartori concluye que "para tener una democracia real y eficiente es necesario un congreso independiente y para ello se requiere la posibilidad de reelección".


De esto ya he hablado ampliamente antes. Fue un gran golpe el rechazo a esta reforma por la bancada PRIista en el Senado. Aún hay mucha gente que rechaza esta reforma. Se espanta cuando oye el vocablo “reelección”. Es necesario seguir la labor de convencimiento.

La tercera reforma, según este análisis, es "redefinir el poder ejecutivo". La figura presidencial debe ser no autoritaria, pero sí "democráticamente fuerte con sólidos poderes legales y la fortaleza suficiente para ejecutarlos". La reforma judicial, y la independencia de los tres poderes políticos, es parte de la nueva estructura que requiere el país para dejar atrás la reconstrucción de la pirámide.


Tal vez lo que más se ha puesto de manifiesto durante este tiempo. Todavía hay quienes le echan la culpa a Fox por todo lo que ha pasado durante su sexenio. La realidad es que el Congreso tiene mucha de esa responsabilidad. Por eso hay que replantearse qué tanto poder debe tener la cabeza del Ejecutivo. Cuándo tiene poder de veto (e.g. el presupuesto). Y también debemos darle y exigirle su responsabilidad al Poder Judicial. Por eso creo que el proceso de desafuero puede ser beneficioso. Por que permitirá que el Poder Judicial muestre su fuerza y defienda su independencia.

ACTUALIZACIÓN: Olvidé incluir el link al artículo.

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