El cultivo y comercialización de organismos modificados genéticamente (OGM) tiende a polarizar a la gente. Una de las promesas de la biotecnología es el desarrollo de plantas y animales que ayuden a resolver problemas de la humanidad. Uno de los problemas apremiantes es la hambruna. Investigadores han desarrollado cultivos, como arroz y maíz, enriquecidos con nutrientes y que además son resistentes a herbicidas y a plagas. Son estos últimos, los resistentes a plagas, los que han creado mayor controversia en México durante las discusiones que llevaron a aprobar la minuta de la Ley de Bioseguridad de OGMs por la Cámara de Diputados.
El grupo ambientalista Greenpeace conjuntamente con grupos campesinos y algunos científicos, se oponen a dicha ley principalmente por que no existe evidencia respecto a las consecuencias que el maíz modificado genéticamente puede tener sobre las especies de maíz locales. Tampoco se sabe qué impacto pueden tener estos cultivos sobre insectos y plantas y, en general, el medio ambiente local. Ante tal incertidumbre, ¿qué es lo que establece la ley propuesta?
Básicamente, la Ley establece que todo OGM debe ser estudiado antes de su comercialización. La ventaja que tiene México respecto a otras naciones subdesarrolladas es que actualmente contamos con suficiente infraestructura para llevar a cabo investigación sobre estos organismos. Los criterios para determinar si se aprueba o no el cultivo y comercialización de OGMs no queda establecido en la Ley sino que se le da esta responsabilidad a la Comisión de Bioseguridad y se requiere la opinión de un comité científico. Además, la Ley establece la creación de zonas protegidas.
Otra de los puntos establecidos en la Ley, y por el cual Greenpeace se congratula, es el etiquetado de productos que contienen OGMs. Sin embargo la Ley establece que sólo será necesario etiquetar los productos si al llevar a cabo la modificación genética se ha alterado significativamente contenido alimenticio o propiedades nutritivas con respecto al organismo no modificado. Por lo tanto, no creo que esto lleve a etiquetar, por ejemplo, el maíz resistente a plagas.
Desde mi punto de vista esta propuesta es adecuada para la situación de México. Nuestros científicos tienen mucho por aprender acerca del impacto que OGMs pueden tener sobre el medio ambiente. Pero esta no es excusa para limitar la posibilidad de utilizar estos organismos que pueden ayudar a nuestros agricultores. Todo está en que las autoridades estén guiadas por procurar el bien de los agricultores y de la población en general y no el de las empresas transnacionales que comercializan estas semillas.
Una cuestión más amplia es si países que necesitan ayuda alimenticia deben aceptar OGMs. La FAO ha llevado a cabo foros públicos para discutir el tema. Las opiniones vertidas en el foro son interesantes y muestran la gama de opiniones que existen. Mi punto de vista es que, mientras se lleven a cabo más investigaciones en estos lugares particulares, la comida debe aceptarse y hacerse disponible de forma controlada primero. ¿Qué sentido tiene rechazar comida al costo de vidas humanas?
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